La personalidad multifacética de Carlos Ortúzar devino en la búsqueda de cruces interdisciplinares que le permitieron poner en relación diferentes áreas de conocimiento, definiéndolo como un artista cuya reflexión amplía las tradicionales formas de entender los procesos de producción artística.Para Ortúzar, el proceso de creación no debía estar situado sólo dentro de los límites del arte, sino que involucraba un desplazamiento racional hacia la investigación y el análisis científico, como él mismo lo señaló:
“El arte es un proceso generador, no tiene diferencias marcadas con la actividad creadora de un científico. El artista debe ser una persona con profunda capacidad de análisis y de síntesis; debe ser un investigador en el más amplio sentido de la palabra, un individuo dinámico y curioso, por todos los fenómenos que conforman el campo del mundo que nos rodea. Debe ser, al mismo tiempo, un inventor como Edison, Copérnico o Marconi. La creación es resultado de su capacidad investigadora y de síntesis”.
La ciencia estuvo en el centro del pensamiento artístico de Ortúzar, estableciendo un orden de reflexión sobre los avances de la tecnología y de la cibernética que lo condujo a desarrollar una insistente experimentación conceptual y material en la producción de sus obras, durante la segunda mitad de los 60 e inicios de los 80. Lo anterior, sitúa su trabajo como un ejercicio que bordea permanentemente el límite entre lo real y la representación, entre arte y contingencia.
Texto: Marcela Ilabaca Z, investigadora Archivo Carlos Ortúzar.
Imágenes: Carlos Ortúzar en su taller de Bellavista. Circa. 1967. En Bindis, Ricardo. “La extrema vanguardia del arte en Chile, parte II”. En Revista de los ferrocarriles del estado “En viaje”, 1967. Santiago de Chile, p.13. Fotografía: Ricardo Bindis. Archivo C.O.
Cita: Carlos Ortúzar. En Revista Mundo, julio, 1987, p.42. Archivo C.O